El rey le preguntaba que condición tendría que cumplir el caballero digno de su corazón, a lo que la princesa respondía que ella lo sabría cuando le tuviera frente a si...desfilaron 10, 20, 30...100 caballeros apuestos y nobles por delante de sus reales figuras...y ninguno fue elegido por la exigente y bella princesa.
El Rey desesperado, comenzó a plantearse que su reino se quedaría sin sucesión si su hija quedaba soltera y sin heredero...cuando de repente un día, al caer la tarde con los últimos destellos del sol , cabalgando con brillante armadura apareció un apuesto caballero de hermosos ojos de color indefinido preguntando por la princesa casadera...
El Rey no daba crédito, había perdido toda esperanza y al fin, sí, había otro caballero dispuesto a pasar el riguroso filtro de su exigente hija...
La hizo llamar y la Princesa, cansada y aburrida, apareció por los salones de palacio y de repente, reparó en una figura imponente de pie, inmóvil en mitad de la estancia, que la miraba fijamente a los ojos, sin parpadear, con dulzura, con franqueza, con sorpresa y con amor y protección...
La Princesa quedó muda, sin poder desviar sus ojos de aquel extraño que la azoraba y la turbaba y la vez la enervaba...y entonces cayó en la cuenta que era él...ese extraño que le había presentado como Viento del Norte y venía de muy lejos expresamente a buscarla, era el hombre que esperaba...era el amor destinado para ella...para amarla , protegerla, cuidarla y hacerla su esposa....el caballero la miraba emocionado y las lágrimas recorrian sus mejillas al unísono con las lágrimas que recorrían el rostro de la Princesa...increíble, mágico, maravilloso, gritaba el Rey!!
Por fin se podría desposar su hija, Estrella del Sur, con tan apuesto caballero, dándole un heredero!!
Sonaron las campanas varios días hasta que se celebró el real enlace, y fueron felices y comieron perdices!!!
